¿Truco o trato?

Por Juan Ramón Cervantes, Director general de Isi Condal

Halloween está a la vuelta de la esquina, las redes sociales y WhatsApp se llenarán un año más de las típicas fotos de calaveras y otros disfraces por el estilo. Quien más quien menos compartirá con sus contactos su dosis de contenidos asustadores y lo haremos sin pensar en el coste porque en teoría esos servicios online que utilizamos para compartir y consultar información son servicios gratuitos. Pero, ¿realmente son gratis?

1# Usuarios al servicio de la tecnología

El título de este apartado no es un error: la tecnología está a nuestro servicio, sí, pero nosotros también estamos al suyo. Ya no somos meros clientes de productos tecnológicos, sino que formamos la materia prima de un nuevo sistema industrial basado en nuestros datos. Datos que nosotros facilitamos y que sirven para hacer prediccciones comerciales sobre nuestra conducta, vendernos productos y ayudar a terceros a que expriman más nuestros monederos. Datos que hacen a Jeff Bezos, director ejecutivo de Amazon, el ser humano más rico de la historia.

Ya no es sólo el uso de aplicaciones o redes sociales en ordenadores o smartphones lo que recoge nuestros gustos y comportamientos. El llamado internet de las cosas ya está aquí y los objetos que nos rodean están y estarán cada vez más conectados. La automoción, sin ir más lejos, está metida en un proceso de conectividad imparable: en la actualidad el 20% de los coches que se venden ya está conectado pero se espera que este porcentaje aumente en el 2030 hasta el 100% de los coches de menos de cinco años.

Pero no hay que salir de casa para encontrar otros ejemplos: los altavoces inteligentes se comunican con otros dispositivos inteligentes de la casa y envían estos datos a terceros que los revenden. En nuestro hogar, no solo entran Google, Amazon y Apple, entran cientos de compañias que no conocemos y utilizan nuestros datos para fines comerciales.

2# ¿Aceptas el trato?

Los servicios online nos hacen la vida fácil, podemos podemos disfrutar de correo, mapas, hacer búsquedas, compartir fotos, etc. Y todo eso no es gratis porque, como acabo de comentar, esos servicios online los pagamos con la información que les suministramos, un jugoso rastro digital que nos define como objetivos comerciales a impactar.

Así pues, te toca decidir. ¿Estás dispuesto a pagar? O dicho en la onda hallowen: el truco es que esos servicios son gratis (y lo gratis nos gusta a todos) y el trato es que a cambio de esa gratuidad tu información, tus datos, se convierten en la moneda de cambio. ¿Te compensa? Para responder a esta pregunta, párate la próxima vez antes de aceptar sin leer las condiciones de servicio, no sea que te lleves un susto 😀